Traductor

domingo, 12 de julio de 2020

PICO DEL ALBA ARISTA NORTE




Constituye el último gran pico del Macizo de la Maladeta en su extremo occidental; el Pico del Alba, al hallarse en la misma zona que el pico de Maladeta y Aneto, no goza de la popularidad que sus nombrados vecinos, el grueso del pelotón prefiere dirigirse al monarca. Mi compañero Pablo y yo, nos vamos a conocer a este pico de bello nombre. El Alba constituye una montaña de gran categoría, pues se halla defendida por aristas que limitan su cima.

Como principal baza nos inclinamos por los Crabioules, unos afilados picos que se alinean en la divisoria fronteriza. Para ello hemos de adoptar la siguiente y sencilla logística: montar la mochila con lo necesario para pernoctar, cuerda de ranndoné y algo de material de improvisación y los víveres para una noche. Remontar el Valle de Literola, acampar en el ibón superior, madrugar un poco y encaminarse hacia la arista; cuando acabemos la actividad, bajar por la ruta normal, recoger la tienda y para abajo. Dicho así resulta muy fácil y en la práctica lo es; uno ya tiene estas habilidades como el que se levanta para ir a trabajar hace su faena y vuelve a casa.

Parte del viaje procesábamos esa actividad en modo conversación. A bordo de la Wolkswagen California de amigo Pablo y una vez más rodando por la autovía Mudéjar.
Una vez llegamos a destino y comenzando a preparar la mochila y no sabiendo a ciertamente porque, empezamos a barajar otras posibilidades; el Posets por la Cresta del Espadas entra en juego, al final los Crabioules se quedan aparcados y nos decantamos por el Pico del Alba. Así que cambio de logística; nos haremos servir de los servicios del refugio La Renclusa; una llamada y nada, está completo, casi que mejor. Barajamos la posibilidad de subir y vivaquear en sus inmediaciones, pero al final nos quedamos a dormir en el Hotel California, jeje.

Encontrar hueco para aparcar en la zona de Besurta casi nos resulta imposible, pero aparcamos de mala manera y en pendiente, mal sitio para dormir. Hey! Un coche se va y en santiamén aparcamos; este sitio sí que esta llano.


Madrugón de los buenos, salimos de la furgoneta y con la mochila en ristre nos ponemos en marcha sin desayunar siquiera, lo haremos cuando lleguemos a refugio. Habido gente que, como nosotros, han salido del aparcamiento y vamos todos iluminando la senda con las frontales, cuales luciérnagas.

Entramos en el comedor y nos pedimos un cola-cao; en la zona de taquillas aún quedan rezagados atándose las botas, nosotros desayunamos solos, el grueso de los alojados ya partió.

Nos ponemos en marcha aún con las frontales, algún despistado erra en la senda correcta hacia los Portillones. De noche todos los gatos son pardos. A los cinco minutos de partir, ya marchamos solos. Qué será que existen unas montañas que acaparan a la inmensa mayoría, se ha vuelto un coleccionismo y todos quieren coronar sus cimas, las otras no cuentan o al no ser tan codiciadas las dejan de lado sin merecerles la pena. En el Valle de Benasque existen una veintena de tresmiles potencialmente interesantes y sin embargo en solo dos se concentra al menos el 80% de las ascensiones y de esas dos una se lleva el 50%; me estoy refiriendo al patriarca Aneto.

La legión de luciérnagas remonta hacia el paso superior del Portillón, así a bote pronto pueden ser unos 70 aspirantes a la corona pirenaica, en contra unos pocos se dirigen hacia la Maladeta y solo dos románticos gladiadores apuntan hacia esa perla llamada Pico del Alba.

Amanece, que no es poco.

Remontando el Valle de Paderna.

Las primeras luces encienden las Maladetas.

La Tuca Blanca de Paderna, se muestra desafiante.

El objetivo a la vista.


Entre el roquedo, adivinamos a ver a la pareja con la que compartiríamos la ascensión.

Henry Russell, considerado el padre del pirineísmo, rubricó la primera ascensión a esta montaña a la cual denomino, “bella punta abandonada.”

Subió un día del mes de julio de 1868 en compañía de Haurillon. Tomo como base La Renclusa y pasando por el lago de Paderna, accedió a la cima por la vertiente norte, “sobre una cresta ondulada y más o menos pulverizada, pero ancha”. Unas tres horas les bastaron para conquistar el Alba y proclamo: “que era la vista más soberbia y extensa que la del propio Aneto.”

Russell también se llevó el primer ascenso del Diente del Alba, comentando que era “una punta graciosa y muy aguda que tiene el orgullo de un campanario.”
Inmersos en ir progresando por la ingente ladera, divisamos a una pareja que algo más adelante alcanzamos. También tienen intención de subir al Pico del Alba; nosotros les informamos de querer hacer la arista Norte y como portan material y no es muy compleja, se animan. Haremos cordada unida los cuatro.


 Derivamos hacia una brecha dejando al frente el paso del Collado del Alba, alcanzada esta, se abre una extensa y fantástica panorámica sobre algunos tresmiles fronterizos y el poderoso Posets. Hacia abajo, reposando en sus respectivas cunas los lagos del Alba, sumados en una soledad recóndita.


En este punto nos colocamos los arneses y el casco, aunque la cuerda aún no la utilizaremos. Empezamos derivándonos un poco a la derecha de la propia arista, trepando fácilmente por terreno escalonado. Cuando lo vimos conveniente enderezamos la deriva y nos plantamos sobre la misma arista. Desplegamos las cuerdas y aunque el terreno es fácil, adoptamos ya la técnica de cordada.

Saldré yo en cabeza, luego Txell y a continuación Bio y Pablo. El terreno es sencillo y progreso rápido; hacia la derecha la pendiente no tiene mucha inclinación, sin embargo, su lado opuesto acusa una mayor verticalidad. Es la vertiente donde se halla el paso hacia la cuenca del gran lago de Cregueña; el Cuello del Alba, flanqueado por el Diente y el Colmillo.

Un tramo se muestra más peliagudo y los compañeros me aseguran en estático; es una corta arista nevada seguida de un pasaje en roca, donde coloco un seguro y salgo a una zona fácil ya muy cerca de la cima.


Accediendo a la brecha, que da acceso a la arista.


Desde la brecha la vista atrás nos deleita con la Tuqueta Blanca de Paderna y más al fondo el pico Salvaguardia.

Los primeros compases sobre la arista.


Comienzan las trepadas, aunque sin especial dificultad.

En este punto ya hemos sacado la cuerda. Los compañeros me aseguran.

Fabulosa vista hacia el Perdiguero y Crabioules.


Nos reunimos todos en la solitaria cima, mientras en la cumbre del Aneto casi seguro se encuentran unas setenta personas. Disfrutamos del momento solo interrumpido por la llegada de un solitario, que ha subido por la vertiente de los lagos del Alba.

Comenzamos el descenso y nos entablamos en una larga conversación, que casi en su totalidad giro en torno al tema laboral y así casi sin darnos cuenta llegamos al refugio de Renclusa, donde nuestros compañeros de ascensión nos invitaron a la cerveza de rigor ¡Gracias Txell y Bio!

El Pico del Alba queda en su lugar y nosotros marchamos; quien sabe si algún día volveremos y nos encaramos a la famosa Cresta de los quince gendarmes, mientras nos quedamos con el recuerdo de una bonita jornada montañera.


Cima del Pico del Alba 3107 mts.


Os presento a Txell y a Bio.




Pablo observando por donde se baja hacia el Collado del Alba.


Destrepando los primeros metros, tras abandonar la cima.


El desafiante Tuca Blanca de Paderna.

Salvaguardia a la izquierda y Pico de la Mina a su derecha.

A primera hora de la tarde, se instala una boina sobre la cima del Alba.

Amena conversación entre Bio y Pablo, con sus respectivas cervezas.

El agudo Pico de Renclusa; alzado directamente sobre el refugio.

Foto de grupo.

Atrás quedan el Pico Renclusa y la Maladeta.





2 comentarios:

  1. Hola Javi, estupenda actividad y maravillosas vistas desde el Pico del Alba y la corona de tresmiles del macizo. Ya veo que la nieve va menguando en esa fecha. Y buen cuarteto el que se formó ... es ahí, en la montaña, donde se hacen buenos amigos. Un abrazo cervecero.

    ResponderEliminar
  2. Hola Mr. Nieto!!

    Desde ese cola cao madrugador hasta esas cervezas en amena conversación seguro que pasaste una velada cojonuda.

    A mi me has hecho pasar un tremendo rato leyendo, como siempre, tu magnífica crónica, de la ascensión a esta bella montaña olvidada, y como dice Paco, esos amistades que se forjan en la montaña, siempre se recuerdan con mucho agrado.

    Un abrazo fuerte, cometresmiles!!

    ResponderEliminar