Un recorrido a través de la panza del rumiante de Alcudia de Veo con el Club De Espeleología L’Horta
"La lava, porosa en ciertos lugares, presentaba pequeñas ampollas redondeadas: cristales de cuarzo opaco, adornados con límpidas gotas de vidrio y suspendidos en la bóveda como lámparas, parecían iluminarse a nuestro paso. Se hubiera dicho que los genios de la sima iluminaban su palacio para recibir a los huéspedes de la tierra".
Julio Verne, Viaje al centro de la Tierra
16.08.12. Ahí estaba. A oscuras. Había apagado los LED de mi casco para poder
concentrarme en el rumor del agua. Acuclillada precariamente contra la pared de
la galería, agucé el oído esperando
escuchar el viaje de una furtiva gota en caída libre desde el techo. Esa gota
de agua que, a lo largo de varias eras
geológicas, había ido esculpiendo sobre mi cabeza la historia de la Tierra. Y
sí, sentí una gota, tibia, en la mejilla. Una lágrima. Abrí los ojos y orienté
la luz hacia el techo para contemplar por última vez las estalactitas azules cuya
visión me había producido
una emoción incontenible. Me sentí privilegiada. Tan sólo había otra cueva en
España, al menos hasta donde mi conocimiento alcanzaba, con semejantes tesoros
azules. Pero ésta quedaba en Asturias, en las inmediaciones del pueblo de
Oceño, a muchos kilómetros de distancia.
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Estalactitas azules |