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domingo, 6 de febrero de 2022

MONTE PERDIDO POR LAS ESCALERAS

 


PROLOGO

Desde el fondo de los valles franceses, el Monte Perdido se muestra esquivo y se esconde desde las cercanías de Hèas o Gavarnie. Ramond de Carbonnières, un tanto harto escribió; “Este Mont Perdu, que cuando a otros picos se les ve por todas partes, a este no se le ve por ninguna” Nunca existió otra montaña pirenaica mejor bautizada: monte sin encontrar; Mont Perdu. Quizás si el bueno de Ramond se hubiese aproximado por el Valle de Ordesa, hubiera contemplado en toda su magnitud, a esa montaña oculta desde el país galo.

INTRODUCCIÓN

Década de los años 90. Fueron estos los años en los que me lanzaba por las carreteras nacionales con mi Renault 14, en pos de la recién conocida cordillera pirenaica. Fue durante esta década cuando realizaba mis primeras salidas en solitario, ya que mis vacaciones rara vez coincidían con la de los compañeros de andanzas. Fueron pasando los primeros años y el coloso de Ordesa, aún no había despertado mi interés. Pero esto cambio durante el otoño de 1994; espoleado por la buena cosecha del verano de 1993 (Mulleres, Araguells, Posets y un intento al Perdiguero) y de 1994 (Punta del Sabre-Bachimala, Eriste Norte y los Culfreda) todos en solitario; fijo la mirada en el Monte Perdido.

Me tomo unas vacaciones antes de comenzar la ardua temporada de la naranja, así que me cojo la última semana de octubre y la primera de noviembre, con el objetivo principal definido.

Una llamada al refugio de Goriz para decirme que lo tienen completo, era el puente del 1 de noviembre; no me queda otro remedio que cargar la mochila de 75 litros hasta la bandera cual porteador de los Himalaya. Acampe en las inmediaciones del refugio, portando toda lo necesario para varios días.

El aspecto que presentaban las Tres Sorores a principios de noviembre de 1994.

El desparrame de equipo en Góriz. La tienda era una Altus modelo Coronas, el saco un Mont Sak de quallofil, la chaqueta de Polar Mountain con relleno de termolite, la mochila verde una Artiach de 75lt. encima de ella un forro de la firma Solo Climb, también me cargue con una mochila mas pequeña para el ascenso a cima, esta era de la firma Alpina.  

Impresionante vista del recio Cilindro de Marboré desde la cima del Perdido. Al bajar de la cima subí la evidente canal que llega hasta un colladito e intente subir también el Cilindro, pero una pared rocosa me echo para atrás.

En la cumbre del Monte Perdido. En primer plano el piolet de la marca Faders, las polainas eran de Artiach con una impregnación denominada New Tex (la respuesta hispana en aquellos años al conocido Gore-Tex) las botas eran de Bestard modelo Lavadero. Como anécdota de esta foto, os diré que mi idea era hacerme unos macarrones allí arriba; si os fijáis aparece el hornillo estrella de aquellos tiempos el Bleuet de Camping gas, me lleve una bolsita con un puñado de la citada pasta y podeis ver tumbado el tetra-brik de tomate frito, era de la marca Orlando. Al final no me los hice,jajaja.  

Verano de 2021 me tomo una semana de vacaciones en julio. Me fijo como objetivo el Sound de Ramond, un tresmil con carácter y entidad propia, pero que, al tener al gigante del valle a su lado, queda un tanto eclipsado.

Tomo la misma manera de proceder del año 1994; me subo con todo el equipo para tener independencia y no tener que dormir con gente en tiempos de Covid-19. Aunque en esta ocasión y al ser verano no me llevo tanta ropa de abrigo, el resto es similar, contando los cambios que ha ido sufriendo el material a lo largo de estas más de dos décadas y que iré comentando a modo de comparación.

Una vez en el aparcamiento de Torla, el quehacer de siempre; preparar la mochila sin que falte nada de lo imprescindible, coger el bus que te sube a la pradera y una vez echado pie en tierra, echarse la mochila en ristre y empezar la marcha.

El camino que lleva por el fondo del valle hasta el final del mismo, en el Circo de Soaso, es lo que denominaría la autopista de Ordesa. Cantidades ingentes de personas que, atraídas por el encanto de un paisaje singular, las campañas publicitarias que el gobierno de Aragón hace de su valle fetiche o lo que ahora se ha despertado en muchas personas que gustándoles o no y auspiciadas por esta pandemia, han tomado las recomendaciones médicas de tomar aire libre y han inundado muchos espacios naturales; es lo que yo denomino, “senderismo pandémico”.

Hasta llegar al fondo del valle, el camino nos va mostrando un mosaico de lugares que son santo y seña de Ordesa. Antes de iniciar nuestra andadura, si nos giramos atrás y alzamos la mirada veremos el otrora llamado el retablo, topónimo que no conoce nadie, pero si decimos Tozal de Mallo la cosa cambia bastante y he ahí la pared emblema de todas las que amurallan el valle. Seguimos, poco a poco ascendiendo e introduciéndonos en la espesura umbrosa, la luminosidad del sol queda amortiguada por ese enrejado de ramas que forman este tupido bosque, estamos hablando de las hayas. Aquí el paisaje queda relegado a rendir silenciosas miradas a ciertos ejemplares que alzan su altivo porte en busca de la luz.

Ascendemos unas cuantas revueltas y nos llega el rugido del agua volcándose de forma brusca, nos aproximamos y nos deleitamos con la Cascada de Arripas; guijarros y espuma. Siguiendo el curso ascendente del Arazas, allá donde el sendero se acerca al agua, una serie de pequeñas cascadas dispuestas unas encima de otras como si fuesen una estantería, forman las fotogénicas Gradas de Soaso.


Dejamos atrás el bosque y las sinuosidades del río y entramos en un amplio prado donde ya vislumbramos el principio del valle y contemplamos las Tres Sorores, con el Monte Perdido presidiendo la escena. Llegamos al Circo de Soaso, donde nos aguarda la última joya y la que seguramente sea la cascada más fotografiada de España; la Cola de Caballo, esta se abre cual abanico y desliza por una losa rocosa.

Hasta aquí llega la mayoría de muchedumbre, otros tantos suben al refugio de Góriz, mi inmediato destino. Para ello remonto por la zona más agreste; por el centro del circo, dejando a mi derecha la senda que evita este tramo. Prefiero subir por aquí; se han colocado cadenas para facilitar el tránsito, conviviendo con las antiguas clavijas, pero con algo de destreza no hacen falta.


Las cercanías del refugio están llenas de tiendas, lógicamente han ocupado los mejores emplazamientos y me cuesta encontrar uno, finalmente cerca del edificio hallo un pequeño rellano más que aceptable. Una vez instalado me doy un garbeo, viendo otros acampados y recordando el ya lejano 1994, me sacudo la cabeza y vuelvo al presente. Hay que regresar a la tienda, recoger agua y pensar en prepararse la cena. Mientras la voy preparando y arropado por la tienda, ha empezado a soplar un viento algo molesto.




He dormido a intervalos, ya que durante toda la noche el viento azotado la zona y al amanecer a seguido su curso; solo a partir de las 11:00 horas a empezado a disminuir su fuerza; pero ya he descartado iniciar la ascensión, que dejaré para mañana. Desayuno tranquilamente y paso el día deambulando por la zona,
acercándome hasta el Collado de Arrablo, donde me han dicho que hay cobertura. Así llamaré para reservar noche en Torla cuando baje mañana.

Comienzo despacio a remontar los primeros compases del sendero, voy a mi ritmo, calentando músculos y pulmones. Llego a un mojón más grande que los anteriores y un leve rastro se desvía de la senda principal. Miro unos segundos el plano y tomo esta leve senda. Al poco tiempo ya empiezo a dudar de si es la dirección correcta; no hay senda, ni tan siquiera un mínimo rastro, por no hablar de mojones. Me he equivocado, pero sigo adelante… Si me hubiese llevado un track, no me hubiese pasado esto, pero de momento soy antitrack. Me arrimo a un estrato rocoso y lo voy siguiendo hasta encontrar un punto flaco; superado, veo como he llegado a una especie de circo con un paredón de cien metros que se extiende defendiendo el acceso por esta parte al circo glaciar de Ramond; esto se complica, me digo. Voy a seguir bajo la muralla hacia la izquierda a ver si sonase la flauta. ¡Bingo! diviso dos hitos, he conectado con la ruta buena de las Escaleras.






Ahora ya por el buen camino todo se ve más claro, pero conforme me voy acercando al circo glaciar que se abre entre el Monte Perdido y el Soum de Ramond, la cosa adquiere tintes de inaccesibilidad. ¡Por lo que veo in situ y lo que me había descrito el guarda, si la canal que observo es por la que hay que subir, apaga y vámonos! Un nevero defiende su entrada, pero esto no me preocupa demasiado, lo que me echa atrás es la canal en sí, se ve muy empinada y quizás algo descompuesta. Estoy en un punto donde se bifurcan las dos sendas y tengo que decidir; me echo unos frutos secos y trago de agua mientras decido… Abandono la ruta del Soum de Ramond y continuo por la ruta de las Escaleras hacia el Perdido. No era mi intención, pero no me veo trepando por esa canal yo solo.


Dejo a mi espalda la Punta de las Escaleras 3027 metros, cuenta en la lista de los 212 tresmiles pero como secundario; para mí no deja de ser un apéndice del Monte Perdido. Me voy acercando al primer resalte, que lo supero con unos metros en técnica de oposición, ya que forma una chimenea y luego acabo por una fácil placa. Salgo a una campa plagada de guijarros y me acerco al segundo resalte; este se presenta en forma de diedro muy abierto, pero se trepa bien por placa, esta presenta unas pequeñas chorreras heladas, que evito para no resbalar y con buenas presas supero esta última defensa del Perdido. Ya solo resta una cansina y monótona ladera de infinitos guijarros que culminan en el viejo vértice.







Como ha cambiado esto de la montaña, antes venían los denominados montañeros y excursionistas, y ahora ves de todo tipo de modalidades; primando los senderistas y corredores. Ahora hay mucha más gente pululando arriba y abajo, de un lado para otro y algunos despistados que no sabes muy bien que hacen por aquí arriba; ¡ah ya, la montaña se ha revalorizado, con esta mísera pandemia! eso debe ser.

Después de almorzar e incluso echarme una pequeña siesta, es momento de abandonar la cima de Perdido, un reencuentro al cabo de 27 años; espero no pasen tantos años en tener otra visita al gigante calcáreo.

El descenso no tiene más miga que bajar, ahora si, por la normal hasta el lago helado, recoger el equipo dejado en una taquilla del refugio y desandar el mismo camino que me trajo hasta aquí. De nuevo la Cola de Caballo y las Gradas de Soaso y el umbroso bosque de hayas.








P.D. Ha sido un placer señor Perdido, esperemos vernos en otra ocasión.

 


3 comentarios:

  1. Hola Javi,

    Impresionante el material que usabais antes para subir montañas, todo mucho más voluminoso y pesado, cosa que hacía que la ascensión tuviera mucho más mérito que con el material de hoy en día.

    Que gusto da leer tus crónicas, con esa forma tan amena de narrarlas y que te hace estar enganchado a la lectura.

    Brutal la subida por Las Escaleras, no pudiste subir el Soum de Ramond, pero la ascensión al Perdido fue una pasada, además creo que hiciste bien, si no lo ves muy claro, mejor cambiar de planes.

    Ahora a ver si no pasan tantos años en volver al Perdido, ya me avisarás, que yo también tengo ganas de reencontrarme con él.

    Un abrazo.

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  2. Que tal, David.

    Si el material y sobre todo el equipo han evolucionado algo. Aun así tenía lo suficiente y bueno para aquella aventurilla, jiji.
    Pues si, la verdad que no lo vi nada claro conforme me acercaba al circo de Ramond; luego ya en casa y contrastando información, era por donde yo pensaba que era. Pero bueno ahi queda para otra ocasión.

    Y claro, el perdido se merece unas cuantas ascensiones por diferentes rutas ;)

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  3. Buenas Javi.

    Nada más he leído Renault 14 he pensado: "esto va estar interesante y seguramente va a tener pinceladas vintage", no andaba desencaminado... Lo de los macarrones con tomate en la cima solo se te podía ocurrir a ti jajaja.

    Bonito reportaje, intercalando recuerdos, experiencias y fotos antiguas con estos recuerdos , fotos y experiencias más recientes. Y qué memoria la tuya recordando la marca y modelo de todo el material que llevaste en tu primera ascensión al Perdido.

    ¿Qué tendrá esta montaña que a todos nos ha marcado por siempre nuestra primera ascensión a ella?.

    Un placer como siempre leer sus relatos míster Nieto, a ver si montamos algo este veranete, que ya llevamos demasiado tiempo sin compartir monte.

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